¡Les deseo un buen día, estimados Damas y Caballeros! ¡Queridos Campistas!
Llegamos aquí a través de tropas rumanas, pero preferimos verlas como un comité de bienvenida, por una buena razón, porque en nuestra lucha por el cristianismo en Europa, nosotros, los cristianos latinos debilitados, también necesitaremos la ortodoxia rumana. Así que una vez más damos la bienvenida al público rumano interesado.
Cada año nos causa cierto dolor de cabeza sobre lo que realmente deberíamos hablar, porque por supuesto sabemos de antemano lo que todos estaremos pensando al final, pero la pregunta es cómo llegaremos allí. Y este año, recibí material de apoyo para esto, porque la oficina de asuntos exteriores rumana – y si lo entiendo bien, pertenece más bien a la rama de poder del presidente – corrió en mi ayuda y me envió una démarche, en la que me escribieron de lo que no debo hablar y de lo que puedo hablar, además cómo y qué debo evitar. Este es un documento oficial del Gobierno. Lo doy a conocer. Nos aconsejan que no hablemos de cosas que puedan ofender las sensibilidades rumanas, y luego las enumeran. Símbolos nacionales. Bien, creo que podemos ponernos de acuerdo en esto: no hablaré del tema, ¡pero doy la bienvenida a nuestros amigos que llegaron con banderas húngaras y las del pueblo Székely! Que no hablemos de los derechos colectivos de las minorías. Bueno, tampoco hablaré de eso, solo digo que tales derechos existen y corresponden a los húngaros que viven aquí. Dicen que no deberíamos hablar de unidades territoriales administrativas inexistentes en Rumanía. Me pregunté ¿a qué podrían estar refiriendo? Creo que será Transilvania y Székelyföld (Región de los székely). Pero nosotros nunca hemos dicho que éstas fueran unidades territoriales rumanas. Dicen que hay cosas de las que podemos hablar, pero que no las hagamos lucir mal. Tales son, por ejemplo, los valores occidentales. Y ahora, si alguien está involucrado en la política europea, como a mí me ha tocado, entonces los valores occidentales de hoy significan tres cosas: migración, LGBTQ y guerra. Mis queridos Amigos Rumanos, no hace falta que los hagamos lucir mal, ya que estos lucen mal por sí mismos. Y finalmente, hay una joya más que debe ser evitado: debemos evitar los matices xenófobos de un enfoque revisionista en relación con la migración. Esto ya parece un viaje al tiempo comunista. Me acuerdo de las burlas de Hofi[1] sobre quién podía decir de un tirón “imperialista, revisionista, burgués, clerical, chovinista, fascista”. Casi te dan escalofríos. Así que vamos a evitarlo todo esto.
En cambio, si ya hemos recibido tal démarche, ¿qué podemos recomendar a nuestros amigos rumanos? En primer lugar, les ofrecemos que si el presidente rumano viene a Hungría y da una conferencia, a la que le hayamos invitado, no le vamos a dictar qué puede decir y sobre qué cosa. También les recomendamos a nuestros hermanos y hermanas rumanos que tengan en cuenta que Hungría apoya plenamente la mayor ambición nacional rumana actual, su adhesión al espacio de Schengen, y llamamos su atención sobre el hecho de que a partir del 1 de julio de 2024 habrá una presidencia húngara de la Unión Europea, y el objetivo prioritario de nuestro programa es lograr la incorporación de Rumania en el espacio de Schengen. Mientras tanto, todo lo que podemos decir es que Rumanía tiene un nuevo primer ministro, que Dios lo bendiga. Nuevo primer ministro – nueva oportunidad. Tal vez salga de esto algo bueno para los dos. Desde que soy primer ministro, es mi vigésimo homólogo rumano. A ver si la vigésima vez se logra esto. Bueno, vamos a ver de qué debemos hablar después de la démarche.
¡Queridos amigos!
Vivimos en un período particularmente peligroso en la historia humana. Estos son los años de grandes cambios. Este cambio afecta a todas las partes de la Tierra y a todos los países. Por lo tanto, si queremos decir algo válido sobre Hungría, sobre los húngaros de la Cuenca de los Cárpatos, primero debemos hablar sobre el mundo. La esencia de lo que estoy hablando es que el equilibrio de poder en el mundo ha cambiado y ahora estamos sufriendo las graves consecuencias de esto. Recordemos que durante ochenta años después de la Segunda Guerra Mundial, existía un equilibrio de poder en el mundo. Para nosotros, para los húngaros, ese período constaba de dos partes. Los primeros 45 años correspondieron a la parte de cuando habíamos sido entregados por los anglosajones a los comunistas soviéticos. Entre paréntesis: en aquel entonces no eran tan escrupulosos con los rusos como lo son hoy. Y hubo la segunda parte, que ha durado hasta ahora 33 años, cuando hemos podido vivir libremente, sin la ocupación militar, sin la Unión Soviética y sin los comunistas. ¡Ochenta años! Aunque hubo un gran cambio, el equilibrio del mundo no se alteró, porque logramos que la Unión Soviética saliera de la historia sin guerra. Pero ahora China ha desplazado el equilibrio del mundo. Este es un viejo temor del mundo occidental. Incluso Napoleón dijo: “deja que China duerma, cuando despierte, sacudirá al mundo”. Es instructivo cómo se produjo esta situación.
Haré una pequeña digresión, una digresión metodológica. Según mi experiencia, cuando una persona toma una decisión política, tiene que ver tres líneas de tiempo a la vez, y primero tiene que conectar el tema en cuestión a una de ellas. Y solo una vez clasificado el tema según la línea temporal, podrá tomar una decisión específica. Las tres líneas de tiempo – en las que existe la política – son: el tiempo táctico, el tiempo estratégico y el tiempo histórico. Si tu clasificación sale mal, tu decisión tendrá consecuencias inesperadas. Daré dos ejemplos. Cuando la canciller Merkel se enfrentó a la invasión de inmigrantes en 2015, clasificó el problema como perteneciente al tiempo táctico y dijo “wir schaffen das”, lo que significa que lo resolveremos. Hoy día ya queda obvio que la realidad es que la cuestión pertenecía al tiempo estratégico, porque la consecuencia de su decisión transformará toda la cultura de Alemania. El segundo ejemplo es el de China. Volvamos a Estados Unidos, a principios de la década de 1970. En aquel entonces los EE. UU. decidió sacar a China de su aislamiento, obviamente con el motivo de poder manejar más fácilmente a los rusos. Por lo tanto, incluyó esta cuestión en la línea del tiempo estratégico. Pero resulta que en realidad este tema, la liberación de China pertenecía al tiempo histórico, porque como resultado de esta liberación, hoy Estados Unidos – y todos nosotros – nos enfrentamos a una fuerza incluso mayor a la que habíamos querido derrotar.
Una clasificación equívoca – consecuencias inesperadas. Pero ahora lo hecho, hecho está. Lo cierto es que nunca ha habido un cambio tan rápido y tectónico en el equilibrio del poder global como el que vivimos hoy. Recordémoslo u observémoslo que la elevación de China es diferente a la de los Estados Unidos. Estados Unidos fue creado, pero China es. En otras palabras, en realidad estamos hablando de un retorno, estamos hablando del retorno de una civilización de cinco mil años con mil cuatrocientos millones de personas. Y este es un problema que necesita ser resuelto, porque no se resolverá por sí solo. China se ha convertido en una potencia de producción, de hecho, ya ha superado a los EE. UU., o lo está superando justo en estos minutos. Fabricación de automóviles, de computadoras, de semiconductores, de productos farmacéuticos, de sistemas de comunicación de información: actualmente ellos son los más poderosos en todos estos terrenos en el mundo. Lo que sucedió fue que el camino de la revolución industrial occidental y la revolución de la información global que nos costó trescientos años, China lo recorrió en treinta. Como resultado, sacó a cientos de millones de personas de la pobreza, y hoy el bienestar y los conocimientos de la humanidad en su totalidad son superiores a lo que eran. Pero si esto es así, ¿dónde está el peligro? El peligro está en que, queridos amigos, la situación es peligrosa porque la medalla de oro ya tiene dueño. Estados Unidos, en su propia guerra civil, después de la década de 1870, creció creyendo que era el país número uno, con el derecho inalienable de poseer la primacía económica mundial. Esto forma parte de su identidad nacional, es una especie de credo para ellos, y cada vez que esta posición se cuestionó, Estados Unidos siempre la defendía con éxito. Hizo retroceder a la Unión Soviética y, recordémoslo, también hizo retroceder a la Unión Europea. Hace algunas décadas, la Unión Europea todavía tenía el plan de promover el euro para que junto con el dólar fuera la moneda mundial. Y podemos ver dónde está el euro hoy. Y también hubo un plan que formulamos de tal manera que una gran zona de libre comercio debería formarse desde Lisboa hasta Vladivostok. Y ¿qué vemos hoy? Que la zona de libre comercio se extiende desde Lisboa hasta el Donets exterior, como máximo. En 2010, tanto los EE. UU. como la Unión Europea agregaron entre un 22 y un 23 por ciento a la producción mundial total, hoy EE. UU. contribuye con un 25 por ciento y la Unión Europea con un 17 por ciento. En otras palabras, Estados Unidos repelió con éxito el intento de la Unión Europea de colocarse a su lado o incluso frente a él.
¡Queridos campistas!
Hay una simple conexión en la política internacional: cuanto mayor sea tu PIB, tu producto nacional bruto, tanto mayor será tu influencia en los asuntos internacionales. En otras palabras, hoy vemos que el dominio estadounidense está retrocediendo constantemente en el escenario mundial. Ahora bien, a los líderes mundiales esto no les gusta. Su razonamiento es simple. Se puede resumirlo a grandes rasgos diciendo que estamos aquí en la cima del mundo, y hemos subido aquí para quedarnos aquí para siempre. Existe, desde luego, esta cosa llamada historia, que es incómoda, pero el punto es que siempre le sucede a otros países y a otros pueblos, esto se acabó para nosotros y permaneceremos para siempre en la cima del mundo. Es un pensamiento tentador, pero la desagradable verdad de nuestras vidas de hoy es que en la política mundial no hay ganadores permanentes, ni perdedores permanentes. Una verdad aún más desagradable es que los procesos actuales favorecen a Asia y China, ya sea respecto a la economía, al desarrollo tecnológico o incluso al poderío militar. Una verdad aún más desagradable es que también se están dando cambios en las instituciones internacionales, y todos conocemos la conexión que hay entre quienes crean las instituciones internacionales y los que salen beneficiados de ellas. Por eso, China simplemente ha creado sus propias. Tenemos delante de nosotros el BRICS, « Un cinturón, una ruta », y el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura, cuyos recursos para el desarrollo superan con creces los recursos para el desarrollo de todos los países occidentales en su conjunto.
En otras palabras, Asia, o bien, China se alza ante nosotros con el atuendo completo de superpotencia. Posee un credo civilizatorio: que es el centro del universo, y esto desata energías interiores, orgullo, autoestima y ambiciones. Tiene un plan a largo plazo, explicado así: acabar con el siglo de las humillaciones, es decir, volver a hacer de China algo grande, parafraseando a los estadounidenses. Tiene un programa a medio plazo: recuperar su dominio en Asia que había tenido antes de la llegada del Occidente. Y tiene un antídoto para el arma principal de EE. UU. El arma del poder blando de Estados Unidos son los denominados valores universales. Bueno, los chinos simplemente se ríen de esto y dicen que esto es un mito occidental, y de hecho el discurso sobre los valores universales es una filosofía hostil frente a otras civilizaciones no occidentales, y desde ese punto de vista hay algo de verdad en esto.
En otras palabras, Señoras y Señores, queridos campistas, hoy vivimos avanzándonos día a día hacia una colisión. La pregunta, la pregunta del millón de dólares, es ¿si es evitable la colisión? Cada vez se publican más estudios y libros al respecto. También yo trabajo con estos. Uno notable dice que, en los últimos trescientos años, ha habido 16 casos en los que un nuevo campeón se levantó junto o por delante de la potencia líder mundial. La mala noticia es que, de los 16 casos identificados, 12 terminaron en guerra y solo cuatro fueron pacíficos. En otras palabras, mis queridos Amigos, hoy estamos en el momento más peligroso de la política mundial, cuando la gran potencia número uno se ve bajado al segundo lugar. La experiencia es que la gran potencia gobernante generalmente se considera a sí misma con mejor temperamento y mejores intenciones de lo que tiene, y atribuye malicia al retador más a menudo de lo que debería o sería razonable. En consecuencia, las partes opuestas no parten de la intención del otro, sino de la capacidad del otro, es decir, no de lo que quiere hacer, sino de lo que podría hacer el otro. Y en eso, la guerra ya se ha producido. Esto se llama la trampa de Tucídides, quien escribió la historia de la Guerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas y fue el primero en identificar este problema.
¡Damas y Caballeros!
Desde el punto de vista de nuestras vidas, se deduce que la colisión entre las dos grandes potencias, incluida la militar, es más probable que lo que vemos hoy desde aquí en Tusnádfürdő. La buena noticia, o al menos un rayo de esperanza, es que la guerra no es inevitable. La condición de esto es que el mundo sea capaz de encontrar un nuevo equilibrio sustituyendo el equilibrio mundial desplazado. La pregunta es ¿cómo? La verdad es que es cosa de los grandotes. No nos han asignado un papel en esto. No caigamos en confusión de roles: nosotros solo podemos decir que ahora se debería hacer algo que no tiene precedentes. Los grandes deberían aceptar que hay dos soles en el cielo. Esta es una forma de pensar radicalmente distinta a la que hemos tenido durante los últimos siglos. Las partes opuestas deberían reconocerse como iguales, independientemente del equilibrio de poder en un momento dado. Ustedes también pueden ver que los líderes estadounidenses van uno tras otro a Beijing. Esta es una señal de que también en los Estados Unidos ven el peligro y ven el problema. Fue allí el ministro de Relaciones Exteriores, fue el ministro de Finanzas y, más recientemente, el Sr. Kissinger, Asesor Principal de Seguridad Nacional. Y si han leído las noticias, han podido ver que hace unos días los japoneses han anunciado que duplicarán su gasto militar y van a construir uno de los ejércitos más fuertes del mundo.
Entonces, ¿qué es lo que nos concierne de esta evaluación de la situación? Lo que vale la pena entender, mis queridos Amigos, es que la adquisición de un nuevo equilibrio no sucederá de la noche a la mañana, ni siquiera de un mes para otro. La configuración de un nuevo equilibrio de esta índole requiere toda una generación. En otras palabras, no solo nosotros, sino también nuestros hijos vivirán sus vidas en este contexto mundial, en este zeitgeist, en este tiempo mundial, y nosotros, los húngaros, debemos desenvolvernos en este zeitgeist, en esta situación mundial, y hace falta formar los planes nacionales húngaros teniendo esto en cuenta.
Acerquémonos un paso más a Tusnádfürdő. ¡Hablemos de la Unión Europea! Si ustedes echan un vistazo a la Unión Europea de hoy, puede darles la impresión de que está sufriendo de ansiedad y se siente cercada. Tiene una buena razón para sentirse así. Hay alrededor de 400 millones de personas en la Unión, incluyendo al mundo occidental, que son otros 400, se trata de 800 millones de personas, rodeadas por otros 7 mil millones. Y la Unión Europea se ve a sí mismo tal como es: es una unión rica y débil. Una unión rica y débil que ve un mundo rebelde a su alrededor: se nota un ruido confuso, viejos agravios, muchas bocas hambrientas, un desarrollo brutal, consumo descomunal, millones preparándose para partir hacia Europa, se ve una ola de millones de personas congregándose en la región del Sahel que, si no podemos contenerla, podría extenderse al lado europeo del Mediterráneo. A principios de la semana, hubo una cumbre de América Latina y la Unión Europea en Bruselas, donde pude escuchar esto con mis propios oídos y verlo con mis propios ojos. En el diccionario de los líderes latinoamericanos, los términos más comunes eran genocidio de pueblos, que creo que significa exterminio de la población indígena, slavery, o bien, trata de esclavos, y justicia reparatoria, que significa una justicia de tipo indemnizatorio. Ellos piensan en estos términos. No es de extrañar que la Unión Europea se sienta sitiada.
Y si echamos un vistazo a la lista de países del Fondo Monetario Internacional, que los clasifica según el tamaño de sus economías y el PIB, vemos que Gran Bretaña, Italia y Francia, que todavía están entre los 10 primeros, quedarán fuera del ranking previsto para 2030, y Alemania que hoy ocupa el cuarto lugar, para entonces se rezagará al décimo puesto. Esta es la realidad. Hoy, este miedo, este sentimiento de estar rodeado, está conduciendo a nuestra Unión Europea hacia el encerramiento, por estar asustada de la competencia. Es como un viejo campeón de boxeo, mostrando sus cinturones de campeonato, pero ya no quiere subir al ring. Esto conduce a un encerramiento, encerramiento en un gueto económico, político y cultural. Y elaboraron las formas lingüísticas correspondientes. De todos modos, en esto son fuertes. En esto siguen siendo los más fuertes, de cómo formular y describir brevemente una situación complicada. Esto, esta reclusión se llama desacoplamiento, o más delicadamente: derisking, que significa reducción de riesgos. Si lo miramos desde este punto de vista, la política hacia Rusia es también un intento de desacoplamiento: Rusia fue separada de la economía europea mediante sanciones de guerra. Y, por supuesto, Europa puede quedar separada de la energía rusa, pero en realidad esto es ineficaz y una ilusión, porque no es posible aislar Rusia del resto del mundo. Las materias primas rusas las comprarán otros, mientras tanto nosotros estamos sufriendo por la inflación de la guerra y estamos perdiendo nuestra competitividad. Les voy a decir dos cifras. El importe pagado por las importaciones de gas y petróleo por la Unión Europea, los dos juntos, fue de 300 mil millones de euros antes de la guerra rusa, y fue de 653 mil millones el año pasado. Así que hoy la economía europea funciona de tal manera, o sea, hoy queremos competir de tal manera que la energía cuesta el doble que el precio anterior de la energía, mientras en muchas partes del mundo sigue siendo disponible al precio de la era anterior. Este es el gran debate de Europa para los próximos años. Nosotros, los húngaros tenemos que adaptarnos a esto. Separación o participación en la competencia internacional. Derisking o connectivity, como lo dicen en Bruselas.
Hago una digresión de tipo divulgativo. Las grandes empresas europeas no quieren separarse. Ni siquiera quieren irse de Rusia. He hojeado las estadísticas relevantes. El 8,5 por ciento de las 1.400 empresas occidentales más grandes han retirado sus empresas de Rusia. ¡El 8,5! El 88 por ciento de la industria farmacéutica permanece allí. El 79 por ciento de la industria minera europea todavía se encuentra en Rusia. También el 70 por ciento de las empresas de energía y el 77 por ciento de las empresas manufactureras. Y no lo adivinarán: el año pasado, en 2022, las empresas occidentales que siguen allí, aportaron un total de 3.500 millones de dólares al presupuesto ruso. Desde este punto de vista, el ataque lanzado por los ucranianos contra la pobre y pequeña OTP húngara (Caja Nacional de Ahorros) no es otra cosa que una manifestación de húngarofobia. Por eso tenemos que rechazarlo. Sin mencionar ni siquiera los pequeños y astutos truquillos europeos, que de pronto – en un solo año – se ha duplicado la cantidad de bienes exportados de Alemania a Kazajstán. Me pregunto ¿por qué será?
Otro proceso europeo de los próximos años, en el que los húngaros tendrán que posicionarse, es la pugna entre federalistas y soberanistas. ¿Imperio o Naciones? En esto sufrimos un duro golpe en las costillas cuando nuestros amigos ingleses abandonaron la Unión Europea con el Brexit. Esto inclinó la balanza entre soberanistas y federalistas dentro de la Unión. Ya que en un lado estaban los franceses y los alemanes, siendo federalistas, en el otro lado los ingleses y nosotros, los V4. Si hoy los ingleses estuvieran dentro de la Unión Europea, no tendríamos que aprender términos como «mecanismo del Estado de Derecho», «condicionalidad» y «gobernanza económica», estos no existirían. Sólo han podido ser introducidos en la Unión Europea porque los británicos se fueron, y nosotros, los miembros de los V4 no hemos podido impedirlo, e incluso, los federalistas han lanzado un ataque contra los V4. Todos vemos el resultado. Los checos esencialmente han cambiado de posición, Eslovaquia está tambaleante, solo los polacos y los húngaros resisten. Por supuesto, existe la oportunidad de que crezca el campo de los soberanistas, veo una oportunidad, ya que se ha formado un gobierno así en Italia. Algo se está moviendo también en Austria, y mañana habrá elecciones en España. No nos hagamos ilusiones: los federalistas están llevando a cabo un intento de derrocamiento, lo dijeron abiertamente: querían un cambio de gobierno en Hungría. Y dieron financiación a la oposición húngara, haciendo uso de todos los medios de corrupción política. Ahora están haciendo lo mismo en Polonia, y recuerden cómo intentaron evitar que la derecha de Meloni ganara en Italia. Todo esto no ha funcionado, y espero que después de las elecciones europeas previstas para junio de 2024 y la posterior redistribución de los puestos de poder, se genere una situación de equilibrio más favorable para nosotros en Europa que la que vivimos hoy. Y con eso, hemos llegado a Hungría, ¡Damas y Caballeros!
¿Qué puede y debe hacer Hungría en esta situación internacional, en este medio europeo, en medio del gran témpano? Lo más importante es ver claramente a nosotros mismos. Ahora no me refiero a nuestra historia de mil cien años, ni siquiera al brillante resumen que dio el RMDSZ: mil años en Transilvania, cien años en Rumanía. Sino ahora debemos tener en mente el camino iniciado en 2010, después de haber pasado veinte años turbulentos del cambio de régimen. En 2010 abrimos una nueva era, y no debemos perder de vista esto, no importa en qué dificultades nos encontremos, no importan los truenos, relámpagos y tempestades que puedan surgir alrededor nuestro. Tenemos una nueva era, que tiene bases espirituales y económicas a la vez.
Primero recordemos brevemente la base espiritual de esta era. Este fundamento espiritual está resumido en la Constitución. Y la nueva Constitución húngara es el documento que pone de relieve con mayor claridad lo que nos distingue de los demás países de la Unión Europea. Si ustedes leen las Constituciones de los países europeos, que son Constituciones liberales, verán que el elemento central de ellas es el «yo». Si leen la Constitución húngara, verán que el elemento central consiste en el «nosotros». La constitución húngara parte del hecho de que hay un lugar que es nuestro: este es nuestro hogar. Hay una comunidad que es nuestra: esta es nuestra nación. Y hay un modo de vida, quizás más precisamente un régimen de vida, que es nuestro, y esta es nuestra cultura, nuestra lengua. Por lo tanto, nuestro punto de partida espiritual en la Constitución puede formularse como que aquellas cosas que son las más importantes en la vida humana no se pueden obtener solos, razón por la cual el elemento «nosotros» es la clave de la Constitución. Uno solo no puede lograr la paz, la familia, la amistad, la ley y el espíritu comunitario. Es más, queridos campistas, ni siquiera podéis obtener la libertad estando solo. Ya que la persona que esté sola no es libre, sino solitaria. Todas las cosas buenas de la vida se basan esencialmente en la cooperación con los demás, y si estas son las cosas más importantes en nuestras vidas, dice así la Constitución húngara, entonces la sociedad y el sistema jurídico deben protegerlas. Ahora bien, el entendimiento de este fundamento espiritual de nuestra nueva y actual era es una de las cosas comunes que aparecen como apegos en la vida del individuo. Por lo tanto, la constitución húngara es una constitución de los apegos, que quiere confirmar estos lazos, por lo tanto, radica en la cultura de la confirmación. Las constituciones liberales no representan el mundo de los apegos, sino el de los desapegos, y no quieren confirmar, sino rechazar algo en nombre de la libertad individual. Sin embargo, nuestra constitución confirma que el lugar donde vivirán nuestros hijos es nuestro país. Confirma nuestros seres siendo mujeres y hombres, porque esto es lo que llamamos familia. Y también confirma nuestras fronteras, porque así podemos determinar con quiénes queremos convivir. La decisión – de crear una nueva constitución, una constitución húngara, nacional, cristiana, diferente de otras constituciones europeas – que tomamos en 2011 no fue mala, porque desde entonces se nos ha venido encima la crisis migratoria, que se ve claramente que no es posible manejarla de la manera liberal, así que, de hecho, y que lo digamos, no es que no fuera equivocada la decisión que tomamos, sino que casi fue la correcta. Y resultó que la campaña de género, de LGBTQ, solo puede ser contrarrestada a nivel de la comunidad, mediante medidas de protección infantil.
El fracaso de los países basados en fundamentos liberales consiste en que pensaban que se crearían nuevas comunidades en lugar de sus viejas comunidades, pero en cambio solo se generó una alienación peculiar en todas partes. Desde luego Francia, que está sufriendo de esto, es una gran nación, la gloire es suya y seguramente encontrará algún tipo de solución, pero teniendo en cuenta los fundamentos espirituales y profundizando aun más, vale la pena afirmar que en el núcleo de la Constitución húngara y de los fundamentos espirituales de la nueva era existe también un entendimiento de índole antropológico. Ya que hace un poco más de doscientos años, en la época de la Ilustración, los intelectuales y líderes políticos izquierdistas, internacionalistas y liberales pensaban que, tras rechazar la religión y el cristianismo, se crearía una comunidad ideal, ilustrada, basada en el entendimiento de los conceptos del bien y del bien común, que la gente vivirá una vida libre y superior de acuerdo con las verdades sociales sociológicas reconocidas. Esto es lo que esperaban al rechazar el cristianismo y la religión. Y esto no era descartable entonces, hace doscientos años. Podría haber sucedido así. Pero ya pasaron doscientos años, y hoy se puede ver que esto fue una mera ilusión; al rechazar el cristianismo, en realidad nos hemos convertido en unos paganos hedonistas. ¡Esta es la realidad! Por lo tanto, en mi opinión, es algo casi predestinado que nuestra constitución de 2011 fue anunciada en Pascuas, y su nombre decente es Constitución de las Pascuas.
¡Queridos damas y caballeros!
Es esto que se encuentra en el centro de los conflictos entre la Unión Europea y Hungría. La Unión Europea rechaza la herencia cristiana, dirige intercambios de población a través de la migración y lleva a cabo una campaña LGBTQ contra las naciones europeas favorables a la familia. Hace apenas unos días, ha caído Lituania, que tenía una ley de protección de la infancia realmente notable, valiente y excelente, que también nosotros usamos como punto de partida cuando estábamos elaborando la nuestra. Y veo que, debido a la gran presión, los lituanos retiraron y destruyeron sus leyes de protección infantil, que fueron aprobados en 2012. «Temo a los griegos, hasta cuando traen regalos …» ¡Es adonde conduce la amistad estadounidense, mis queridos amigos!
Tenemos que señalar que en Europa se ha creado una propia clase política, a la que no se requiere la rendición de cuentas, que ya carece de convicciones cristianas o democráticas, y hay que decir que el gobierno federalista de Europa nos ha llevado a un imperio al que es imposible exigir responsabilidades. No tenemos otra opción. Por mucho que amemos a Europa, por mucho que sea nuestra, sí, tenemos que luchar. Nuestra posición es clara: no queremos que todos tengan la misma fe, no queremos que todos vivan la misma vida familiar o que celebren las mismas fiestas, pero insistimos en que tenemos un hogar común, tenemos un idioma común, tenemos una esfera pública común, tenemos una cultura común, y todo esto constituye el fundamento de la seguridad, la libertad y el bienestar de los húngaros y, por lo tanto, deben ser protegidos a toda costa. Es por eso que no haremos concesiones. No vamos a retroceder. Insistiremos en nuestros derechos en Europa. No vamos a ceder al chantaje político o financiero. Es posible negociar sobre cuestiones relacionadas con el tiempo táctico, incluso con el tiempo estratégico, pero nunca se pueden negociar cuestiones relacionadas con el tiempo histórico.
¡Queridos damas y caballeros!
Y finalmente, si Zsolt todavía me lo permite, diré algunas frases más sobre los fundamentos económicos de la nueva era. Bueno, llevamos trece años construyendo nuestro nuevo régimen económico. En ese tiempo ha logrado arrancar bastante bien, ha tenido buen rendimiento. Nuestro plan era que este régimen sirva sin modificaciones importantes en Hungría hasta 2030 y dé como resultado que Hungría y el pueblo húngaro de la Cuenca de los Cárpatos tenga una vida en seguridad y prosperidad. Vamos bien con nuestros objetivos en términos de tiempo. El rendimiento general de la economía húngara se triplicó en trece años: de HUF 27 billones a HUF 80 billones. Y aunque en las escuelas de política se enseña que cuando uno habla nunca deben aparecer cifras y fechas en la misma frase, aun así, nuestro objetivo es tener un PIB de HUF 160 billones para 2030. Respecto a nuestros objetivos de desarrollo puedo decir que en 2010 estuvimos al 66 por ciento de la media europea, en 2022 estuvimos al 78 por ciento y para 2030 queremos llegar al rango entre el 85 y el 90 por ciento. Si observamos la competitividad de la economía húngara, es decir, sus exportaciones, debo decir que la hemos duplicado en trece años, además ha aumentado la participación de productos húngaros, es decir, la participación de productos de empresas de propiedad húngara. Estamos reduciendo nuestra dependencia de la industria energética de acuerdo con el plan, ahora estamos en un 28 por ciento, y para 2030 (gracias a Paks2, la energía solar y el desarrollo de redes de energía) queremos lograr cero importaciones de electricidad. De ese modo estamos construyendo nuestras centrales eléctricas y gastaremos 11,5 billones de HUF para este propósito. En 2010, el empleo era del 62 por ciento, hoy es del 77 por ciento y queremos aumentarlo al 85 por ciento para 2030. Tenemos un enorme desarrollo universitario. En 2010, ni una sola universidad húngara estaba dentro del 5 por ciento de las mejores universidades del mundo; y el año pasado ya había 11 universidades húngaras de este tipo. En cuanto al apoyo de las familias, nuestra tasa de crianza de niños era del 1,2 por ciento, pero la subimos al 1,5. No es una palabra bonita, pero a esto le llaman tasa de fertilidad, tasa de reproducción: era de 1,2 y ahora es de 1,5. Pero para que nuestra población no vaya decreciendo, necesitaríamos un 2,1. Esto demuestra que estamos en un gran problema, debemos seguir movilizando todo esfuerzo y energía, recursos y recursos presupuestarios del gobierno hacia la política familiar. Y la defensa nacional también ha empezado a recuperarse. Poco a poco tendremos un ejército eficaz. En lugar de trabajadores uniformados, tendremos combatientes. Y ya también existe una industria militar nacional para acompañarlos. Somos uno de los pocos estados miembro de la OTAN que es capaz de gastar al menos el 2 por ciento de su producto nacional bruto anual para este fin. Y nos apañamos bastante bien con el programa de runificación nacional fijado para 2030. En 2010 multiplicamos por diez los recursos enviados más allá de nuestras fronteras para minorías húngaras, y ahora, cuando estamos enfrentando todo tipo de dificultades, este año multiplicaremos por cinco – en un 500 por ciento – el apoyo facilitado para la educación. Debo afirmar que son visibles los resultados. Me gustaría felicitar a aquellos transilvanos y székely que participaron en la recogida de firmas de Minority SafePack y de las regiones nacionales y han sido capaces de recoger más de un millón de firmas en cada asunto por separado. Esto requiere fuerza y personas, es un gran rendimiento. ¡Les felicito por ello!
Y finalmente, estos fundamentos económicos, los cimientos económicos de la nueva era, son hermosos y suenan bien, pero hay algún contratiempo, y me gustaría concluir mi discurso con esto. El contratiempo consiste en que hemos chocado con dos meteoros en los tres últimos años. Primero en 2020 con el COVID. De alguna manera logramos superarlo y volvimos relativamente rápido al camino que nos habíamos trazado, cuya trayectoria podemos ver hasta 2030. Pero en 2022, nos tocó otro ataque de meteoro, que es la guerra, y es un hueso más duro de roer. Este meteoro nos desvió del rumbo. Y lo que puedo decirles que hoy Hungría, el pueblo y el gobierno húngaros luchan y pelean para que podamos salir de este camino desviado y regresemos a la buena senda que nos llevará a 2030. Según yo veo, el regreso a esta pista podría ocurrir alrededor de julio de 2024, como muy pronto. Será entonces que – según lo espero – podré informarles de un crecimiento económico en Hungría que volverá a ser significativo. Los préstamos bancarios volverán a ser fuertes y estaremos una vez más en una senda de desarrollo muy por encima de la media europea.
Ya hemos pasado por el período más difícil. La inflación se disparó, ahora la estamos reduciendo, y tenemos todas las posibilidades de que esté por debajo del 10 por ciento para finales del año, es decir, tendremos una inflación de un solo dígito. El primer semestre fue muy difícil en Hungría porque la inflación creció más rápido que los salarios. Antes – durante mucho tiempo – no ha pasado esto, tal vez en más de diez años. Pero vamos a enderezarlo en la segunda mitad del año, y si Dios nos ayuda, lograremos prevenir y evitar la depreciación de los salarios respecto a todo el año, el año 2023. Hoy también las tasas de interés de los préstamos están muy caras en Hungría, y según lo veo, solo será posible normalizarlas y reducirlas a un nivel aceptable para el segundo trimestre del próximo año, como muy pronto. Esto significa, que si lo hacemos todo bien, tenemos suerte y Dios nos ayuda, entonces, para el momento de las elecciones al Parlamento Europeo y de los gobiernos locales de 2024, ya habremos vuelto al camino designado y avanzaremos por la ruta designada que nos llevará a 2030, y en este caso en el campamento de Tusványos del 2024 ya podré hablar sobre los planes de entre 2030 y 2040.
En resumen, damas y caballeros, de lo que hablo es ser sensatos en los principales asuntos mundiales, es construir conexiones en la economía mundial, es luchar en los debates de la Unión Europea, es perseverar en asuntos espirituales y es permanecer firmes en la reunificación nacional.
¡Dios por encima de todos, Hungría ante todo! ¡Adelante Hungría, adelante húngaros!